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Jornada primera

[Escena 6]

174r

Salen Don Ambrosio, caballero, y Cristina, con un billete en la mano.

Cri. Hasta ponerle yo en parte
donde le vea harélo,
pero en lo demás recelo
que no podré contentarte.720

Amb. Haz amiga que le lea:
que en sólo aquesto consiste
la alegría deste triste.
Cri. Digo que haré que le vea.

Quizá por curiosidad725
querrá leerle Marcela:
que se ha de usar de cautela
con su mucha honestidad.

No desplegaré la boca
para decirla palabra:730
que en sus entrañas no labra
fuerza de amor mucha o poca.

Amb. ¿Regálala por ventura
don Antonio? Cri. Como a hermana.
Amb. De ser su intención tan sana735
no sé yo quién lo asegura.

¡Oh padre mal advertido!
Cri. No le tiene. Amb. [Aparte] Sí le tiene
pero a mí no me conviene
el darme por entendido.740

De las cosas que sospecho
y de las que son tan graves
tenga la lengua las llaves,
y no las arroje el pecho.

Cri. Vete señor, que allí asoma745
un paje de casa. Amb. Amiga
por tu industria y tu fatiga
este pobre premio toma,

y prométete de mí
montes de oro, que bien puedes.750
Cri. La menor de tus mercedes
suele ser un Potosí. 131

Dale una cajita pintada.

Vase Ambrosio y entra Quiñones.

Qui. ¿Quién era Cristina el lindo
que con tanta sumisión
debió encajar su razón?755
'Tuyo soy y a ti me rindo.'

¡Vive el Dador de los cielos,
que es la fregona bonita!
Ordena manda: pon quita
ta ta 132 también pide celos. 133 760

Cri. El so paje por su entono,
que primero se tarace 134
la lengua que otra vez trace
palabras y no en mi abono. 135

174v

¿Hásenos vuelto otro Ocaña?765
¡Celos y más celos! Qui. Calle
y advierta que está en la calle. 136
Cri. ¡Ay por mi fe que se ensaña 137

el mancebito frión! 138
Qui. Cristina, menos gallarda:770
que esa gallardía aguarda…
Cri. ¿qué mi rufo? Qui. Un bofetón.

Cri. ¿En mi cara? Qui. En la del cura
le diera a venir a mano. 139
Cri. ¿Y que alzarás tú la mano775
contra tanta hermosura

como pusieron los cielos
en mis mejillas rosadas?
Qui. Siempre son desatinadas
las venganzas de los celos.780

Ocaña es éste. Camina
y escóndete entre la gente.

Éntranse Quiñones y Cristina, y sale Ocaña.

Oca. Partió mi sol de su Oriente
y al ocaso se encamina,

y tras sí lleva la sombra785
que le sirve de arrebol. 140
Para mí no es este sol
sino niebla que me asombra.

Plega a Dios humilde paje
asombro de mi esperanza,790
que ni valgas por privanza
ni te estimen por linaje.

Sirvas a un cata[rr]ibera 141
que te dé corta ración;
sea tu estado un bodegón; 142 795
no te dé luto aunque muera.

Y cuando el cielo te adiestre 143
a servir a un titulado,
tu enemigo declarado
el maestresala 144 se muestre.800

De las hachas no te valgas
ni de relieves 145 veas gozo,
y nunca te salga el bozo 146
porque de paje no salgas.

Póngante infames renombres, 147 805
juegues, pierdas la ración,
que es la mayor maldición
que pueden darte los hombres.

Éntrase Ocaña.

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