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Jornada primera

[Escena 3]

170v

Entran Cardenio, con manteo 78 y sotana, 79 y tras él Torrente, capigorrón , 80 comiendo un membrillo, 81 o cosa que se le parezca.

Car. Vuela mi [estrecha] y débil esperanza 245
con flacas alas, y aunque sube el vuelo
a la alta cumbre del hermoso cielo,
jamás el punto que pretende alcanza.
Yo vengo a ser perfecta semejanza
de aquel mancebo que de Creta el suelo250
dejó, 82 y contrario de su padre al celo,
a la región del cielo se abalanza.
Caerán mis atrevidos pensamientos,
del amoroso incendio derretidos,
en el mar del temor turbado y frío,255
pero no llevarán cursos violentos,
del tiempo y de la muerte prevenidos,
al lugar del olvido el nombre mío.

¿Comes? ¡Buena pro te haga!
¡La misma hambre te tome!260
Tor. No puede decir que come
el que masca y no lo traga.

No se me vaya a la mano, 83
que désta si acaso es culpa
[se] me sirve de disculpa265
el membrillo toledano.

Sé cierto que decir puedo
y mil veces referillo:
espada mujer membrillo,
a toda ley de Toledo. 84 270

Las acciones naturales
son forzosas, y el comer
una dellas viene a ser,
y de las más principales.

Y esto aquí de molde viene275
y es una advertencia llana:
come el rico cuando ha gana
y el pobre cuando lo tiene. 85

171r

Car. Con todo me darás gusto
de que en la calle no comas.280
Tor. Si estas niñerías tomas
por deshonra o por disgusto,

yo me aturaré la boca
con cal y arena a pisón.
Car. Sé que tienes discreción…285
Tor. y golosina no poca.

Car. Sabes lo que nunca supo
el diablo. 86 Tor. Y aun soy peor.
Car. ¿Vuelves a comer traidor?
Tor. Ya no como sino chupo.290

Entra Muñoz, escudero de Marcela.

Tor. Pero ves dónde parece
tu Santelmo. 87 Car. Así es verdad,
puesto que mi tempestad
nunca mengua y siempre crece.

En estas benditas manos295
tengo mi remedio puesto.
Muñ. Vos veréis cómo echo el resto 88
en daros consejos sanos.

Advertid hijo, que son
las canas el fundamento300
y la basa a do hace asiento
la agudeza y discreción.

En la mucha edad se muestra
que asiste toda advertencia,
porque tiene a la experiencia305
por consejera y maestra,

y estas canas no han nacido
en aqueste rostro acaso.
Car. Hablad señor Muñoz paso,
que ya os tengo conocido,310

y sé que sabéis cortar
colgado del aire un pelo.
Muñ. Así me ayude a mí el cielo
como os pienso de ayudar,

porque el premio es el que aviva315
al más torpe ingenio y rudo.
Car. Si es premio este pobre escudo, 89
vuestra merced le reciba

con aquella voluntad
sana con que yo le ofrezco.320
Muñ. ¡Oh señor, que no merezco
tanta [liberalidad]!

Tor. [Aparte] Tomóle besóle y diole
quizá perpetua clausura.
Del oro la color pura325
sin duda que enamoróle,

porque tiene una virtud
de alegrar el corazón,
y la avara condición
vive con la senetud;330

pero ¿a qué pecho no doma
la hambre del oro? Muñ. Escucha,
y con advertencia mucha
hijo este consejo toma:

de Marcela no hay pensar335
que es de tan tiernos aceros
que la han de ablandar terceros,
ni rogar ni porfiar,

ni lágrimas ni suspiros,
ni voluntad verdadera:340
que son con ella de cera
de amor los más fuertes tiros.

A las olas que se atreven
a embestirla por amar
se muestra roca en la mar,345
que la tocan y no mueven.

Esto con Marcela pasa.
Car. No me acobardes y espantes.
Tor. ¡Oh cuántos destos diamantes
he visto volver de masa!350

¡Cuántas he visto rendidas
a un billete trasnochado!
¡Cuántas sin darlas han dado
de ganadas en perdidas!

171v

¡Cuántas siguen sus antojos355
en mitad de su recato! 90
¡Cuántas en el dulce trato
tropiezan y aun dan de ojos! 91

Muñ. Pues ni Marcela tropieza
ni cae.360 Tor. ¡Gran milagro! Car. ¡Calla!
Que es estremo que se halla
hoy en la naturaleza,

y el señor Muñoz bien sabe
lo que dice. Muñ. Yo estoy cierto
que aún más bien del que os advierto365
todo en mi señora cabe.

Pero vengamos al punto
de lo que quiero decir.
Car. Hasta acabarle de oír
estoy Torrente difunto.370

Muñ. Es el caso que está en Lima
un hermano de su padre
de Marcela, caballero
de ilustre y claro linaje.
De los bienes de fortuna375
dicen que le cupo parte
tanta que entre los más ricos
suelen por rico nombrarle.
Tiene un hijo que se llama
don Silvestre de Almendárez,380
el cual con doña Marcela
aunque prima ha de casarse.
Cada flota le esperamos,
mas si en esta que se sabe
que ha llegado a salvamento385
no viene, echado ha buen lance.
Fíngete tú don Silvestre,
que yo te daré bastantes
relaciones con que muestres
ser él mismo, y serán tales390
que por más que te pregunten
podrás responder con arte,
que acreditando el engaño
tus mentiras sean verdades.
Aposentaránte en casa,395
haránte gasajos grandes,
y tú dentro una por una 92
podrás ver cómo te vales.
Car. Está bien, pero si acaso
en aquesta flota traen400
cartas dese don Silvestre,
y de que no viene saben,
yo dentro en casa ¿qué haré?
¿Cómo podrá acreditarse
tan conocida mentira405
para que pase adelante?
Muñ. Dirás que después de escritas
y dadas quiso tu madre
que te vinieses a España,
aunque a hurto de tu padre;410
que ella deseando verse
con nietos en quien dilate
su nombre y posteridad,
no quiso que más tardases;
y este venirte a escondidas415
podrá señor escusarte
de no venir con riquezas
que el ser quien eres señalen;
mas no dejes de traer
algunas piedras bezares, 93 420
y algunas sartas de perlas
y papagayos que hablen.
Car. En eso yo daré trazas
que dese aprieto me saquen,
y tales que satisfagan.425
Tor. Todo aquesto es disparate.
Car. La memoria sea cumplida,
y los puntos importantes,
que en este nuevo edificio
han de ser fundamentales,430
vengan especificados,
de modo que me declaren
por el mismo don Silvestre.

172r

Muñ. Ven por ellos esta tarde.
Car. Volverá este mi criado.435
Tor. Volveré si a Dios le place,
que sin su ayuda no puedo
ni estornudar ni mudarme.
Muñ. Señor, si acaso, si a dicha,
si por buena suerte traes440
otro escudillo, bien puedes
con liberal mano darle,
que es invierno, y no hay bayeta,
y no será bien que pase
frío el que al incendio tuyo445
procura refrigerarle.
Car. No le traigo en mi conciencia,
pero yo haré que se os saque
un vestido de bayeta,
y a mi cuenta le hará el sastre.450
Muñ. ¡Venderéle vive Roque! 94
No consentiré se ensanche
Marcela con mis trofeos,
que cuestan gotas de sangre.
Vístame la que quisiere455
que polido 95 la acompañe:
que ¿gastar yo mi bayeta
en servicio ajeno? ¡Tate!
Y voyme, porque conviene
que la memoria se estampe460
que fortifique este embuste,
y a Dios quedéis. Car. Él os guarde.
Muñ. Mire que no se le olvide
lo de la bayeta y sastre,
[Aparte] que en este punto consisten465
sus gustos o sus pesares.

Éntrase Muñoz.

Car. ¡Gran principio a mi quimera! 96
Tor. Llámala señor dislate,
torre fundada en palillos
como casica de naipes.470
Dime ¿dónde están las perlas?
¿Dónde las piedras bezares?
¿Adónde las catalnicas 97
o los papagayos grandes?
¿Dónde la prática de Indias,475
de los puertos y los mares
que se toman y navegan?
¿Dónde la bayeta y sastre?
Si quieres que tus negocios
en felice punto paren,480
lleva, y esto te aconsejo,
siempre la verdad delante.
capigorrista soy tuyo,
y como padezco hambre
tengo sotil el ingenio, 98 485
y en dar consejos soy sacre. 99
Car. Yo me remito a la lista
de Muñoz. Tú no desmayes,
que en las empresas de amor
tal vez se ha visto que valen490
el ingenio y la ventura
más que las riquezas grandes.
Tor. Deste laberinto 100 el cielo
con las narices nos saque.

Éntranse [Cardenio y Torrente]

On stage:

  • Cardenio
  • Torrente
  • Muñoz

Costume:

  • manteo
  • sotana
  • capigorrón

Props:

  • membrillo
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