La entretenida
Jornada primera
174rSalen Don Ambrosio caballero, y Cristina con un billete en la mano.
Cri.
Hasta ponerle yo en parte
donde le vea harélo,
pero en lo demás recelo
que no podré contentarte.720
Quizá por curiosidad725
querrá leerle Marcela,
que se ha de usar de cautela
con su mucha honestidad.
No desplegaré la boca
para decirla palabra,730
que en sus entrañas no labra
fuerza de amor mucha, o poca.
De las cosas que sospecho,
y de las que son tan graves
tenga la lengua las llaves,
y no las arroje el pecho.
Dale una cajita pintada.
Vase Ambrosio, y entra Quiñones.
Qui.
Quién era Cristina, el lindo
que con tanta sumisión
debió encajar su razón,755
tuyo soy, y a ti me rindo.
Como pusieron los cielos
en mis mejillas rosadas?
Qui.
siempre son desatinadas
las venganzas de los celos.780
Ocaña es éste,
camina,
y escóndete entre la gente,
Éntranse Quiñones, y Cristina, y sale Ocaña.
Oca.
partió mi Sol de su Oriente,
y al ocaso se encamina,
Y tras sí lleva la sombra785
que le sirve de arrebol,
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para mí no es este Sol,
sino niebla que me asombra.
Plega a Dios humilde paje
asombro de mi esperanza,790
que ni valgas por privanza,
ni te estimen por linaje.
Póngante infames renombres,
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juegues, pierdas la ración,
que es la mayor maldición
que pueden darte los hombres.
Éntrase Ocaña.